El gran Leonardo da Vinci, paradigma del hombre del renacimiento, artista e inventor que persiguió todos y cada uno de los apartados del conocimiento humano, desde el arte, el cuerpo humano, la ingeniería, los inventos que hoy en día nos asombran por sus ideas tan innovadoras también no desdeño el arte de la cocina y se le puede catalogar entre los hombres que históricamente han visto en el comer algo superior al mero alimento. 

Nació de familia rica y terrateniente en 1452, el la ciudad de Vinci. Su obra artística y como inventor es bien conocida, grandes lienzos, obras, ingeniería e inventos son actualmente ejemplos de un valor incalculable, pero hoy toca a un apartado al que presto atención como es la gastronomía y vamos a intentar narrar algo de esa vida.

En 1.469 entra de aprendiz en el taller del escultor, pintor, ingeniero, etc. Verrocchio con otro aprendiz famoso Botticelli. Antes de cumplir el año en el taller, Verrocchio decide castigarlo por “crapulando”, tragón en el término coloquial, ya que se atiborra constantemente de dulces que le envía su padrastro, su castigo consiste en pintar el ángel del panel de la izquierda del cuadro el Bautismo de Cristo que fue encargado por la iglesia de San Salvi.

Tres años más tarde y debido a la falta de ingresos entro a trabajar en una taberna por las noches, se llamaba los Tres caracoles. Curiosamente en el año 1473 todos los cocineros de la taberna mueren envenenados y el se hace cargo de los fogones, dejando de lado la pintura por una cocina nueva, que hoy podríamos llamar de innovación pero de escaso éxito en aquellos tiempos. Vuelve a la pintura pero un incendio hace que él y su compañero Votticelli, abrieran de nuevo los tres Caracoles, con nombre nuevo, llamado la enseña de las tres Ranas de Sandro. Hermoso local adornado por pinturas extraordinarias pero que no tuvo suerte en comensales. Las que comida, era arte tallado e ideas poco apropiadas para el uso de entonces.

La misma técnica empleo para presentar a Lorenzo de Médicis sus inventos de guerra hechos en mazapán. Como inventor no fue creído, si se devoraron aquel mazapán tan bien elaborado. Paso a servir con Ludovico el Moro, haciendo presentación de si mismo como artista e inventor y al final acaba diciendo: y hago unos pasteles que no tienen igual”. Le nombran consejero de fortificaciones y maestro de festejos y banquetes. La prueba es la boda de una sobrina de su señor. Las pruebas no las supera pues Lodovico le espeta que haga cosas más sustanciosas. Otro fracaso más del genio más famoso con la cocina.

Otra parte de él y su vocación de fogones le hace concebir una cocina moderna. Docenas de ideas brotaron de su cabeza, artilugios que hizo montar en una cocina renovada y supuestamente moderna, del renacimiento. El intento otro fracaso enorme, nada funcionaba, aquella cocina era una debacle, agua por todas partes, fuegos enormes, inventos atascados dantescamente y decenas de hombres sin saber que hacer en medio de estruendos de agua y explosiones. La idea no era mala pero el fracaso fue total.

Como vemos el artista por antonomasia el más famoso, el más misterioso fracaso en el arte de la cocina, lo que nos infiere que la cocina es un arte muy especial, donde hay que poner no sólo técnica sino también amor, cariño y pasión. Las ideas están bien si se aplican con estos criterios últimos. Tal vez de un gusto muy especial y avanzado para su tiempo. La verdad es que Leonardo amo a la cocina y no fue amado.

Como es costumbre os ponemos algunas recetas, en este caso nada tienen que ver con lo realizado por Leonardo, como el mazapán con el que realizaba sus presentaciones galletas de Navidad de mazapán, las ancas de rana a la castellana, en recuerdo a su taberna o los caracoles ala Borgoña, nombre del primer sitio donde se lanzo profesionalmente a la cocina.