La cristalería

 

En una comida formal, donde se recibe o se celebra algo especial, no basta con una buena disposición de vajilla, cubertería y buen mantel; también se acompañan los manjares con diferentes bebidas que quitarán la sed o realzarán los sabores. En estas ocasiones es imprescindible disponer de una cristalería adecuada. 

El vidrio se descubrió unos 1500 años antes de Cristo, en Egipto, de forma casual al hacer hogueras en playas arenosas con restos de algas secas. Los fenicios lo perfeccionaron y ya desde entonces se conocen copas, ánforas y piezas de decoración. Existe una diferencia entre el vidrio, de estructura amorfa, y el cristal, mucho más homogéneo, fino y transparente. Ambos están compuestos de arena, potasio y plomo, siendo éste último el que le confiere las cualidades de densidad, limpieza y brillo; consiguiendo esa sonoridad característica de las cristalerías de calidad.

Un buen cristal es sinónimo de piedra preciosa, de belleza. Si se frota con un dedo húmedo el borde, y la copa es de calidad, su estructura homogénea se pondrá a vibrar y saldrá un sonido muy especial. Por esa razón y en las grandes mesas el cristal es que se impone. No obstante el vidrio es un buen acompañante en cualquier mesa si es de diseño adecuado.

La elección de que las copas sean transparentes no es casual. En Alemania se fabricaban en colores y aún es de cierta norma allí, pero el auge del vino de calidad hace que sea necesario ver en plenitud el color y transparencia de ese caldo. El pie de las copas debe ser ancho y estable; el tallo largo y fino da más elegancia y luce más, con la particularidad de que se sirve mejor y mantiene la temperatura durante más tiempo.

Su colocación en la mesa debe ser por delante del posa platos, primero la copa de agua, la más grande, seguida de la copa de vino tinto, más pequeña y de boca ancha, a continuación la de vino blanco, de boca algo más estrecha, y al final la del champán o cava, más alargada, tipo flauta. Su disposición es variada, siempre siguiendo el orden, pueden estar en línea recta, en forma semicircular o en diagonal. Se han de poner como mucho las cuatro copas indicadas, poner más es pretencioso y una molestia para el invitado; en algunas ocasiones basta con poner la del agua y la del vino. Al servicio o al anfitrión corresponde el servir el vino según falte en las copas.

Al servir vino, cava, champán o simplemente agua, jamás se ha de levantar la copa, ni que la botella la toque. Se sirve por la izquierda y se retira por la derecha. Se ha de coger la copa por la parte superior, jamás por la zona baja, esto tan solo lo debe hacer el chef o el sommelier, para ver el color del vino al trasluz.

Si se brinda, jamás se han de chocar las copas, basta con ponerlas a la altura de la frente y con gesto deferente brindar junto los demás. Siempre que se va a beber se ha de usar la servilleta, y jamás dejar huella de labios o de comida en la copa.

A continuación recomendamos una serie de exquisitas recetas para disfrutar en una buena mesa, como la merluza en salsa verde, el lomo de cerdo con salsa de naranja, las endivias con salmón y crema de queso, las espinacas con bechamel y nueces o el rape en hojaldre con salsa de espárragos.

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